Se cuenta que “cuando Alejandro estaba en el lecho de muerte pidió a los suyos tres deseos: 1.- Que su ataúd fuese llevada en hombros y transportado por los mejores médicos de la época; 2º.- Que los tesoros que había conseguido en sus conquistas (plata, oro, piedras preciosas) fueran esparcidos por el camino hasta su tumba; y 3.- Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd y a la vista de todos.- Uno de sus generales asombrado le preguntó por las razones de estos deseos, Alejandro le explicó: Al 1º.- Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para sí mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.- Al 2.- Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen; y, Al 3º.- Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que venimos con las manos vacías y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo”.-
Sea o no verdad este petitorio del Magno transmitida a través de las redes sociales, lo que este mensaje nos conmina es a pensar que por más valientes, indómitos o sagaces que resultemos en las batallas que enfrentamos en la jornada, los minutos que discurren nunca vuelven por lo que es preciso aprovecharlos para: “pensar ya que es la fuente del poder, para leer, ya que es el origen de la sabiduría; para estudiar, ya que es triunfo del mañana; para reflexionar, ya que es la ruta de la equidad; para soñar, ya que eleva el alma a las estrellas; para amar y ser amado, como gran privilegio de los Dioses”.
En este tiempo de estulticia y de desconciertos lo que nos queda es hacer firmes propósitos de que si hoy es un buen día en nuestras vidas, mañana será mejor. Pongamos fe en lo que hacemos ya que si no nos inspiramos cuando desarrollamos nuestras aptitudes, habilidades y aficiones ¿a quién habrá de inspirarles?, si no admiramos la obra que realizamos, ¿Quién habrá de admirarla?, si no confiamos en nuestras propias decisiones ¿quién confiará en nosotros?; si nos engañarnos a nosotros mismos ¿a quién más no engañaremos?; si destrozamos las oportunidades que nos brindan afecto, ¿por qué lamentar la soledad en que vivimos?, si no cultivamos la amistad ¿por qué sorprendernos cuando germinan decepciones?, si persistimos vivir en el pasado ¿cómo disfrutar del presente y prepararnos para el futuro? Si no perdonamos las faltas ajenas, ¿cómo pretender que otros nos perdonen las nuestras?, si no tenemos fe, ni sueños, ni cuidamos lo que amamos, ¿por qué acusar al mundo de ser violento, árido y frío?.-
¡HOY, es el momento preciso, aquí y ahora, para trabajar por la construcción de un mundo mejor, donde nuestros hijos puedan vivir, amar y soñar!... (O)